Si leemos atentamente el evalgelio según San Juan (cap. 17), encontraremos
que los discípulos de Jesús «no son del mundo» (Jn 17,14), pero «están en el
mundo» (Jn 17,11), y Jesús no le pide al Padre que los saque del mundo (cf. Jn
17,15). Para el cristiano, la existencia en el mundo es absolutamente decisiva:
la vida eterna, para la salvación o para la condenación, se decide mientras
estamos en el mundo. Por eso es que vivir el evangelio no consiste en salirse
de este mundo con la ilusión de un mundo más allá; sino construir un mundo
renovado, de acuerdo con el evangelio. Por eso, frente a un mundo desacralizado por el materialismo, la Iglesia
defiende la suprema trascendencia, sin descuidar la realidad social.