El ser humano hoy tiene en sus manos un poder
impresionante para intervenir en todos los procesos de la vida, desde la misma
gestación en un laboratorio hasta la prolongación artificial de la existencia,
pasando entre otros por la curación de enfermedades que antes se tenían como
incurables y por tratamientos farmacológicos o quirúrgicos que posibilitan una
buena calidad de vida a enfermos crónicos o terminales. Sin olvidar, por supuesto, la posibilidad de
manipulación genética, incluso antes de la propia gestación.
Todo ello, qué duda cabe, brinda grandes
beneficios a la humanidad, pero a su vez puede convertirse en una amenaza para
el propio ser humano; pues principios y valores como la dignidad de la persona,
el respeto a la vida pueden quedar invertidos y rechazados por ese discurso del
quehacer técnico centrado irracionalmente en sí mismo.
Por eso, nuestra asignatura de Moral Médica
pone su centro en la Bioética Teológica, pues el debate bioético no es en
realidad de naturaleza técnica sino antropológica. Los avances de la ciencia
deben ser analizados desde una visión antropológica abierta a la transcendencia
y no desde una visión cerrada exclusivamente en la inmanencia. El magisterio de
la Iglesia y, en especial el de Juan Pablo II, han mostrado que la razón y la
fe se ayudan mutuamente en la búsqueda de la verdad (cf. FR). La razón guiada
únicamente por el quehacer técnico sin apoyo de la fe puede perderse en su
ilusión de omnipotencia, mientras que la fe sin la ayuda de la razón se aleja
de la vida concreta de las personas (cf. CV, 74).
La formación en este nuevo campo
interdisciplinario de estudio se hace cada día más imprescindible para muchos
profesionales de la salud que desean ofrecer una respuesta adecuada y sincera a
los diferentes dilemas éticos que se plantean con frecuencia en la práctica
clínica. Una formación pluridisciplinar sólida, a la vez teórica y práctica,
permite adentrarse en este campo con cierta competencia, y habilita al
profesional de la salud a dar respuestas centradas en la verdad de la persona,
ya sean de aquellos dilemas surgidos de la medicina asistencial, como de
aquellos producidos por la investigación clínica y biológica.
Además, en un contexto social donde cada vez
más los usuarios de la medicina son conscientes de los derechos legales que les
asisten –de los cuales el Estado es garante–, se hace imprescindible para los
profesionales de la salud, que los estándares en la praxis profesional sean los
más adecuados y a la vez se muevan dentro de la excelencia moral.